LA ALIMENTACIÓN Y LA FISIOTERAPIA
La fisioterapia entra en contacto con
el adulto mayor, no sólo en aspectos relacionados con la asistencia
sanitaria sino también mediante la educación para la salud, es decir,
ofrecerles información y conocimientos sobre cómo llevar una vida
saludable y de la introducción de la fisioterapia por medio del
ejercicio físico e higiene postural en su día a día.
Tras un estudio europeo recogido por el
Instituto Tomas Pascual Sanz en Madrid (2008), las personas que siguen
una dieta mediterránea y realizan actividad física tienen menor riesgo
de morir a los 10 años que quienes no las practican, lógicamente
siguiendo un estilo de vida saludable donde los factores de riesgo han
sido los mínimos.
El control de factores de riesgo, como
la mala alimentación, hábitos posturales incorrectas, el sedentarismo,
la obesidad, el tabaco o el alcohol, es indispensable en el adulto mayor
para prevenir o retardar la aparición de enfermedades, entre las que se
encuentran la diabetes o problemas cardiovasculares, reducir el dolor
en la artritis, artrosis; o simplemente mantener y/o lograr que las
personas mayores sigan teniendo su autonomía e independencia propia.
Otra de las razones por las que también
es fundamental el ejercicio físico es que facilita la interacción en
grupo y la comunicación intrapersonal, favorece la compañía y el apoyo
cubriendo la necesidad de relacionarse en la sociedad y adaptarse a ella
evitando cualquier aparición de sensaciones como el sentirse sólo,
inútil, abandonado o excluido que más tarde puedan derivar en trastornos
o estados de ansiedad y depresión.”
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